lunes, 6 de febrero de 2017

El perro no tiene la culpa

No amigo mío, no. Él no tiene la culpa. Ninguna culpa. De formar parte de la vida de un humano. De que ese humano le trate como a un objeto más de su amplia colección de pertenencias. No tiene la culpa de que, el humano, por su mera condición de primate con un plus de raciocinio, se crea superior a él. Es como la frase aquella que decía: “el humano es el único mono que puede dibujarse. De acuerdo, pero también es el único que le da valor a hacerlo”.

Créeme, él no tiene la culpa. Tu perro no tiene la culpa de que tu, cerdo donde los haya (y me perdonará el animal), amparado bajo el anonimato algunas veces, y otras, escudado en una cara más dura que el cemento, no recojas las deposiciones de tu mascota. Vamos a pasar por alto el hecho de que no hayas querido, o no hayas podido enseñarle a realizar sus necesidades en un sitio adecuado. Vale. Pero cuando tu perro se caga en medio de la calle y sigues con tu marcha, previa mirada a ambos lados, para cerciorarte que nadie ha visto tu nula predisposición a limpiarlo, ¿qué deberíamos hacer contigo? Dime. ¿Obligarte a recogerlo? ¿Multarte? ¿Hacer puntería en tu cogote con aquello que olvidaste recoger?

No, él no tiene la culpa. La estupidez es cosa tuya.

domingo, 29 de enero de 2017

El móvil y la estupidez


Odio el móvil. Enserio, odio el maldito móvil. Cómo era nuestra vida antes de ese aparatito? Alguien se acuerda? Como podíamos sobrevivir sin estar permanentemente conectados a Internet? Cómo lo hacíamos para no estar disponibles el 100% de nuestro tiempo para aquel que nos solicitara? No logro entender como conseguíamos sobrevivir sin hacer fotos a lo que veíamos o hacíamos y menos aún, como llevábamos eso de no compartir con todo el mundo nuestra vida.

El móvil se instaló en nuestras vidas poco a poco. Primero como un objeto útil: para estar localizado. Luego ya tenía mensajes de texto. Al poco tiempo juegos, si sí, algunos tan adictivos como la serpiente del Nokia 3310. Y a medida que los años fueron pasando, se añadió el color, los sonidos politonos, las primeras pantallas táctiles, el GPS, Internet...

Nos ha cambiado la vida.

domingo, 15 de enero de 2017

Manual navideño para el buen progre

No he encontrado mejor manera de empezar el año que esta. Preparándome para el siguiente. Bueno, perdona mis modales, antes de nada feliz año. Que el próximo sea mejor que este y bla bla bla. Vale, una vez aguantadas las decenas de fotos de conocidos con gorritos brillantes, gafas de colores chillones y caras de haberse bebido parte del Ebro, podemos dar paso al nuevo año. Como iba diciendo, el próximo año no te pillará desprevenido, no. Te traigo la guía definitiva para ti, para que el año que viene seas un buen progre. Como mandan los cánones. No, no, espera. Ya me darás las gracias luego...

Primero. Para ser un buen progre no puedes celebrar la Navidad. Lo siento. A partir de ahora celebrarás el solsticio de invierno, es decir, el 21 de diciembre. Así evitarás por un lado, celebrar un día cuya conmemoración se basa en un motivo puramente religioso y por otro, no molestarás a nadie. A nadie me refiero a otras religiones. Aunque para que te sientas mejor por haber celebrado durante todos estos años tan cristiana fiesta, te diré una cosa: El Corán reconoce a Jesús como un profeta de Dios. Puedes respirar tranquilo.

Pese a tener a un diputado en Cataluña con toda la pinta de pesebrista como el señor Joan Garriga, olvídate de él. Del pesebre digo, no del diputado.

sábado, 31 de diciembre de 2016

"Policía, yo te pago el sueldo"

¿Cuántas veces hemos escuchado esa afirmación? Normalmente, el autor es aquel que bajo el vago intento de auto-complacerse, cree firmemente que ese, al que está dirigiendo su supuesta verdad, es su siervo. Normalmente, el creador de la frase, es el mismo que, con su retórica de bar, cambia el mundo habido y por haber junto con más energúmenos de su especie. Sí, suele ser aquel que disponiendo de poca razón en sus argumentos, se escuda en una verdad (la de que el funcionario cobra del Estado), para querer hacer creer, ya no al policía que recibe la frase, sino a él mismo, que el sueldo del servidor público sale de su bolsillo. Íntegro. Con pagas extras incluidas. Y que dada esa verdad, debe hablarle como mínimo, como aquel que le permite respirar.

El pasado día 25 de diciembre me encontraba en Barcelona.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

¿Welcome Refugees?

Me considero muy fan de un espécimen en peligro de extinción. Debo decir que tal espécimen se haya en un reducido tanto por ciento, o mejor dicho, tanto por mil de habitantes. No debo decirte pues, que si hablamos de la clase política, se reduce exponencialmente a un caso extraño o inexistente. Y es que soy muy fan de aquel que se dice vulgarmente que “los tiene bien puestos”. Entendamos hombre o mujer, que no me ataquen las que ven el fantasma del heteropatriarcado aparecer por cualquier esquina.

Llevamos tiempo ya con la guerra de Siria. Con las atrocidades cometidas por Estado Islámico. Con los bombardeos de unos y otros. Con la pasividad de occidente ante el conflicto. Y finalmente, con lo que parece ser, una caída del DAESH en un período de tiempo que se adivina más corto que largo. Y llevamos tiempo con las olas migratorias de refugiados a las puertas de Europa.

Y sobre esto voy a tratar hoy.